Corren tiempos de insolidaridad y de individualismo. La cosa no es de extrañar en un país donde sus dirigentes recaudan de los pobres para enriquecer a los ya ricos, gestionan para empobrecer a los ya pobres y legislan para que los más necesitados tengan cada vez más necesidades.
Un país donde a esos que, a saber cómo amasaron grandes fortunas, se les recauda en B gracias a una «amnistía fiscal».
Unas ciudades donde los necesitados que salen a la calle a pedir trabajo son reprimidos por las fuerzas policiales mientras a los explotadores y cacos «de cuello blanco» no sólo no se les piden explicaciones sino que cada día tienen la ley más de su parte.
Una nación donde el propio gobierno lleva a gala un discurso tan insolidario que a veces parece incitar a la xenofobia y al machismo.
Y mira por donde entre tanta demagogia, tanto egoísmo, y tanta mezquindad todavía existen personas a las que les da por regalar vida. Un gesto tan valiente como sencillo y tan valioso como la propia vida.
Hoy, día nacional de la donación de órganos y tejidos,
mi pequeña cuota de reconocimiento para todas aquellas personas
que son capaces de desprenderse de prejuicios para ser solidarias de verdad,
cuerpo a cuerpo, piel a piel
APL
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