Llegó al mundo tal día como hoy del año 1820. Alumbrada y fallecida en tierras gallegas del Ferrol, Concepción Arenal dejó un valioso legado a la historia de su país y a las sociedades que habrían de llegar. Fue una de las mujeres clave en el surgir del feminismo español, un movimiento tan imprescindible para la mujer y sus redes, como denostado por el patriarcado y su tela de araña.
Si bien es cierto que el ser humano no reacciona de la misma manera ante los diferentes estímulos, amenazas o dificultades, también es verdad que al acercarnos a la biografía de determinadas personas que al vivir han terminado haciendo historia colectiva, resulta difícil imaginar un desenlace distinto para ellas. Es como si ante semejantes experiencias vitales no les hubiera quedado otra que terminar escribiendo parte de nuestra historia.
La excepcionalidad de Concepción reside precisamente en su reacción ante el entorno y el contexto de la época. Lo más fácil, normal y hasta lógico, hubiera sido que la pequeña, huérfana de padre a los ocho años y criada entre sus hermanas por su madre y abuela, se hubiera convertido en una previsible señora al uso y costumbre.
Mientras Concepción madre trasmitía a su precoz hija –o al menos lo intentaba- valores muy conservadores, la abuela paterna le inculcaba una férrea educación religiosa. Y así fue como Concepción acabó a los catorce años estudiando en un colegio para señoritas de Madrid.
Pero dicen que la cabra tira al monte (bendita cabra y bendito monte). Se ve que la pionera del feminismo español, decidió vivir la vida a su manera, con la misma intensidad y variedad que nos trasmiten sus textos. Y como Concepción era extraordinaria, con veintiún años se vistió de varón y, contra la voluntad de su madre, y quizás por encima del disgusto su abuela, se plantó en la Universidad Central de Madrid a estudiar Derecho y se animó a participar en tertulias políticas y literarias, siempre bajo el traje de un hombre.
La feminista, ya casada y con dos hijos, escribía artículos en prensa y publicaba obras, fue la primera mujer nombrada “Visitadora de Cárceles de Mujeres”. También fue fundadora de “La Constructora Benéfica” destinada a alojar obreros y llevó a cabo innumerables actividades caritativas.
No debió tenerlo nada fácil, Concepción Arenal. Sin embargo supo ver, reflexionar, escribir y reivindicar las claves para la emancipación de la mujer. Que, aunque hoy puedan resultar anacrónicas, no fueron otras que el acceso de las mujeres a la educación y al trabajo.
Corren días en los que leer la obra de la pionera de pioneras, es más que recomendable.
“(…) Que no hay más que un medio de que las mujeres sean respetadas, y es que sean respetables: lo cual no se conseguirá con sólo tener la instrucción si no tiene carácter. Hay momentos y países en que la cuestión, como suelen serlo las sociales, es circular; a la mujer no se la respeta porque no es respetable, y no es respetable porque no se la respeta. Cuando esto sucede, es difícil, pero no imposible que la mujer se blinde, por decirlo así, con una sólida personalidad; pero si lo consigue ha de dar por bien empleado el trabajo que le costó, y sabrá cuánto vale tener en sí algo que no esté a merced de nadie.
Como, en nuestra opinión, no debe haber diferencias esenciales entre la educación del hombre y de la mujer, las relaciones en la esfera educadora han de ser necesariamente armónicas (…)”
“(…) Con la enseñanza pri
vada, sin más intervención oficial que los exámenes, hay ahora facilidades para que las mujeres puedan hacer estudios superiores; respecto a los que exigen la asistencia a los establecimientos públicos, esperamos que los hombres se irán civilizando lo bastante para tener orden y compostura en las clases a que asistan mujeres, como la tiene en los templos, en los teatros, en todas las reuniones honestas, donde hay personas de los dos sexos.
¡Sería fuerte cosa que los señoritos respetasen a las mujeres que van a los toros y faltaran a las que entran en las aulas (…)».
Me gusta:
Me gusta Cargando...
Relacionado