Nov
13
La tradicional resistencia que presenta el ser humano frente a los cambios y las consecuencias que ello puede llegar a desencadenar queda muy bien reflejada en la película ‘The artist’, centrada en el auténtico cataclismo cultural que supuso el paso del cine mudo al sonoro. El filme tiene como hilo conductor una historia de amor entre dos personas de distinta generación: una estrella del cine mudo resistente al cambio y su joven amante que lo afronta como un ilusionante reto que le abre todo un camino de oportunidades hacia la fama.
La historia está llena de ejemplos en los que una mala reacción o incluso la ausencia de esta, puede desembocar en una inadaptación a la nueva realidad.
En la actualidad también nos encontramos ante un cambio de paradigma y un choque generacional entre las viejas formas de comunicar y relacionarse y las nuevas generaciones de nativos digitales. Esta brecha se proyecta de manera importante en el ámbito de la política concentrando gran atención mediática. Pero en este periodo que podemos entender de ‘política en transición’ el panorama no parece muy alentador, si algo lo caracteriza es la crispación en el ambiente y la virulencia de los mensajes. Se destila resentimiento y rencor, desde cualquier pleno de Ayuntamiento local hasta el propio Parlamento de España, pasando por cualquier otro órgano institucional donde participen los distintos partidos.
Sin duda, el problema va más allá del relevo generacional, pero éste conforma una parte importante de él. Y es que, si unos no han sabido irse, otros tampoco han sabido llegar. Parece que los nuevos ‘nativos digitales’ de la política no han entendido que los problemas ciudadanos no se resuelven a golpe de hashtag o de trending topic, que estas herramientas son muy propicias para hacerse oír, pero que no son suficientes para hacer política. Detrás de la protesta y la indignación ha de existir un proyecto serio, sustentado en políticas reales y con objetivos alcanzables. Y para poder construirlo probablemente deban contar con sus antecesores, previo reconocimiento y aceptación del legado que éstos nos dejan. Por su lado, los ‘analógicos en transición’, tampoco parecen entender que su importante legado, ese que ha permitido décadas de bienestar, necesita de nuevas formas para ser explicado, reconocido, aceptado y concebido como un proyecto común en el que seguir avanzando, y que esto, no pueden hacerlo ya, ni ellos en primera línea de batalla, ni desde luego, con las herramientas de antaño.
Lo grave de que ambos paradigmas, aún coexistiendo y habitando lugares comunes, no hayan llegado a una convivencia en armonía, es que impera el rechazo a todo lo anterior. Se desechan, bien tachados de insuficientes, bien por los recortes que actualmente sufren, grandes conquistas históricas y sociales, como la paz, la convivencia, la sanidad universal, seguridad social, educación, etc… Sin ni siquiera tener en cuenta que todo ello forma parte de una ideología política que ha de servir de base para la reconstrucción de una sociedad muy deteriorada. Lo que es más grave aún, se culpa de la actual situación a quienes un día los pelearon y a duras penas, hoy, sin saber muy bien cómo hacerlo, siguen luchando por conservarlos, en lugar de apuntar hacia quienes, desde la práctica de políticas neoliberales extremas, están transformando la sociedad actual hasta empobrecerla a niveles insospechados hace unos años.
Mientras, la izquierda nacional e internacional, dividida y sin proyecto, rivaliza por ver quién ocupa el asiento institucional más grande, unos, eso, a golpe de hashtag, otros, aferrados a las viejas formas y pensando que ya pasará el chaparrón. La realidad es que quienes avanzan sin pausa ni freno y van ocupando los espacios de poder son otros.
Ni analógicos, ni digitales, una hábil mezcla del uso del mensaje corto y simple, tan característico de las nuevas formas del marketing y de la comunicación, y una anticuada -o al menos eso creíamos- ideología que hunde sus raíces en el odio, el rechazo a lo distinto y la desigualdad, bien aderezada de descontento popular, está aupando a la categoría de grandes líderes mundiales a personajes tan estridentes y anacrónicos como Donald Trump .
Basadas en la tradicional teoría de ‘A río revuelto, ganancia de pescadores’ vuelven, pasadas por urna, la misoginia, la xenofobia, la intolerancia y la desigualdad. Esta vez, en realidad aumentada y tecnología 4K.
APL
13 de noviembre, 2016.