Hace escasos días conmemorábamos la aprobación por referéndum en 1978 de una nueva Constitución para España. Con la ley de leyes del 78 se abrían las puertas a una nueva etapa que encauzaría toda esa amalgama de emociones que, de manera incipiente, ya bullía en los hogares. No debió ser fácil, tras la muerte del dictador, abrir ventanas, airear habitáculos, dejar que la luz entrase y devolver el…