Quiero ir más allá y denunciar cómo se está tratando la prostitución y sobre todo a las mujeres que se prostituyen. Sabemos que existen, que están a los lados de la carretera, en determinados barrios que conocemos, si nos molestan protestamos, si no, simplemente nos dan igual. Sin entrar en análisis moralistas sobre “el oficio más antiguo del mundo”, sí debemos reflexionar ¿qué consecuencias tiene no moralizar? ¿Ignorar? Es cierto que esta sociedad de hoy en día sufre de una terrible crisis de olvido de los dolores de sus miembros más vulnerables, pero hay cosas que claman, no al cielo, sino a una conciencia común, colectiva y con valores, que me niego a pensar que no existe.
Hace unos días, en un programa de TV se denunciaba que hay determinados ayuntamientos que aceptan dinero de los clubs de alterne de sus municipios por habitación y año, y que supuestamente luego lo invierten en obras o servicios públicos. Algunos alcaldes lo reconocían sin ningún tipo de escrúpulo, otros lo negaban y fue una política la que añadió la guinda al pastel, manifestando que “era igual que el dinero que venía de la energía eólica o cualquier otra explotación”, “explotación”. Me imaginé la similitud entre un molino de viento y una mujer prostituida, además de lo obvio, que es comparar a una cosa con una persona, pensé en ese gran, enorme, cacharro dando vueltas, viéndose desde kilómetros y haciendo mucho ruido, y después a ella, pequeña, silenciosa, invisible. Y nos olvidamos de la persona, de la mujer, claro…tenía que ser mujer.
Hablaron también del dinero negro que se movía, de los clientes, del gobierno, pero no hablaron de ellas, nunca se habla de ellas, o peor aún, las que nunca hablan son ellas. Cada una en su habitación, en su club, en su esquina, pero siempre separadas, aisladas, vulnerables, violentadas y otra vez, calladas. Salió después otro programa sobre turismo sexual en Brasil, de la prostitución se lucraban los del hotel, los chulos, los policías vendidos y los taxistas, estos últimos tenían álbumes con fotos de chicas de todas clases, “vamos a comprarnos un souvenir” dicen los turistas. También las mujeres sacan dinero, claro, pero pierden mucho más si no sólo cuantificamos sino que valoramos lo que significa tener una identidad aparte de la sociedad, que nadie te conozca, que vendas tu sexualidad y que te acuestes con quien no te guste, incluso con quien te repugne, además de te juegues el cuello cada parte de la noche que empiezas con un nuevo cliente.
Yo no voy a entrar en valoraciones morales con ellas, porque sé que si lo hacen es porque no encuentran otra salida, porque pocas opciones tienen para elegir, son lo que son, mujeres prostituidas, mercancía, negocio, objeto de consumo… así las ven los clientes, esos hombres machistas y misóginos que piensan de nosotras, todas, que somos inferiores y que servimos para lo que manden ellos. ¿pero qué piensa el resto de la sociedad de todas las mujeres cuando no sólo mira hacia otro lado sino que además lo tolera?
Estamos siendo cómplices con una forma de explotación tan antigua y deplorable como la esclavitud, pero mientras esta fue abolida, la prostitución no se cuestiona, ni se habla de ella, y cuando se hace parece un reality show, que desdibuja la terrible realidad que estas mujeres están viviendo a nuestro lado. No nos engañemos, el silencio significa para ellas explotación, abusos, maltrato y violencia…
…ustedes dirán…
13 de septiembre, 2011.
APL
La «cosificación» de las personas es la primera técnica del totalitarismo para poder ejercer la violencia sobre las personas sin remordimientos étícos. Así empezó el nazismo con los y las judias, y es algo muy estudiado.
Por eso, las palabras de la edil comparando a las «putas» con los aerogeneradores es parte de ese proceso de «cosificación», y la puerta para justificar la violencia hacia un grupo de personas como son las mujeres que ejercen la prostitución dentro de un sistema de esclavitud.
Felicidades nuevamente por un post. «Mojarse» siempre tiene sus riesgos, sobre todo en favor de personas que ni votan ni deciden, que es lo que más mérito tiene.