Hemos ido avanzando, efectivamente gracias al empuje y a la lucha de muchas personas, pero ¡ojo!, todo muy medido y programado. Hasta las cuotas, la paridad está fijada en el 60/40 de cualquiera de los dos sexos (que no nos engañemos, el 40 en más del 90% de los casos nos toca a nosotras). Que yo sepa, la paridad de verdad, es el 50/50. Y fijaos cuando se quiere dar un paso más, en número o espacio, se monta “la de dios” literalmente.
Otra de las cuestiones que, como digo, me pone en alerta, es esa diversificación a la que sospechosamente estamos asistiendo, y digo sospechosamente, porque nada es casual. De un tiempo a esta parte, como si ya “estuviéramos en nuestro sitio” y no hubiese que seguir insistiendo en la igualdad entre mujeres y hombres, surgen nuevos discursos y nuevos argumentos. También en torno a la igualdad, pero no entre géneros. Van dirigidos a otras reivindicaciones sociales, principalmente los jóvenes, los mayores, los inmigrantes, las personas con discapacidad… Efectivamente son colectivos con especial vulnerabilidad, a los que hay que defender y hacer bandera de ellos ¡como no!. Pero es que, ni siquiera en esto, podemos dejar de lado el género. Son las mujeres jóvenes, las mujeres inmigrantes, las mujeres mayores y las mujeres con discapacidad las que se ven, de nuevo, más perjudicadas en cualquiera de los planteamientos que hagamos.